Felipe Varela… El Último Caudillo

Nacido en el año 1821, posiblemente el 11 de mayo. Fue bautizado con el nombre de Juan Felipe por el Pbro. Francisco Jacobo de Acuña en la capilla de San Isidro, actual departamento Valle Viejo, provincia de Catamarca, el 9 de junio de 1822 de 1 año de edad, actuando como padrinos del futuro caudillo: Valentín Castro y una hermana del Pbro. Acuña, Juana Antonia Acuña. Era hijo del caudillo federal Javier Varela y de María Isabel Ruarte o Rubiano (sic).1

Varela, poseedor de tierras en Guandacol (provincia de La Rioja), combatió contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas en la década de 1840. La persecución del gobernador de Buenos Aires le llevó al exilio en Chile, donde se unió al ejército de ese país en la Revolución de 1851; luego de la caída de Rosas, en 1852, retornó sumándose al ejército de la Confederación, donde ocupó el cargo de segundo jefe de la frontera en Río Cuarto.

En 1861 peleó bajo las órdenes de Justo José de Urquiza en la batalla de Pavón, que marcó el triunfo de la facción porteña y el inicio de la hegemonía mitrista. Tras la derrota se unió a las filas del Chacho Peñaloza en su sublevación contra las autoridades nacionales.

Como protegido del Chacho, fue nombrado jefe de la policía en La Rioja. En 1863 invadió la provincia de Catamarca, y luego combatió contra las fuerzas de Wenceslao Paunero en las batallas de Las Playas y Lomas Blancas. Después del asesinato de Peñaloza, Varela se refugió en Entre Ríos, donde fue edecán del gobernador Urquiza. Un año más tarde volvió a Chile.

Allí se puso en contacto con la llamada Unión Americana, una red de corresponsales de los círculos intelectuales de esa época, formado para repudiar los ataques europeos contra Perú, y que había protestado enérgicamente por el apoyo argentino y brasileño a la revolución de Venancio Flores en el Uruguay.2​ También acusaba al Brasil y al gobierno argentino por causar la guerra del Paraguay.

La revolución de los colorados

Felipe Varela, sentado a la izquierda.

A través de la Unión Americana, Varela comprendió en profundidad el proceso político en que estaba sumergido su país, y se puso a organizar una campaña militar para regresar. Durante muchos meses no pudo hacer nada, ya que no tenía dinero. Pero algún oficial chileno decidió que atacar a la Argentina era una buena idea en ese momento, y sin permiso superior puso a disposición de Varela algunos soldados. Nombró jefe de ese cuerpo a un comandante Medina, al frente de unos 150 soldados chilenos con armas automáticas, muy pocas pero muy efectivas.3

Acérrimo opositor al gobierno de Buenos Aires, Varela percibió la impopularidad de la guerra del Paraguay y decidió intervenir nuevamente. Provisto de buena inteligencia sobre las decisiones diplomáticas tras la creación de la Triple Alianza y las motivaciones de Mitre, liquidó sus posesiones para equipar un par de batallones de exiliados, así como combatientes chilenos afines a su causa. A fines de 1866, Varela ya había decidido ingresar a su país, lo que hubiera sido una locura sin apoyo interno. Pero en su ayuda llegó la Revolución de los Colorados.

En noviembre estalló en Mendoza una sublevación de las tropas que debían partir a la guerra del Paraguay, dirigida por el coronel Juan de Dios Videla. Liberaron a los presos de la cárcel, entre los cuales se hallaba el doctor Carlos Juan Rodríguez, un federal puntano a quien Videla hizo nombrar gobernador de Mendoza. En dos días controlaron toda la provincia. Pocos días después derrotaron al coronel Pablo Irrazábal, el asesino de Peñaloza. De allí pasó Videla a la provincia de San Juan, donde derrotó y expulsó al gobernador y ocupó su lugar a principios de enero de 1867, y enseguida derrotó al coronel Julio Campos, gobernador unitario de la provincia de La Rioja en la batalla de Rinconada del Pocito.

El mando militar de la revolución quedó en manos del coronel Felipe Saá, que recuperó la provincia de San Luis. En muy poco tiempo habían tomado el poder en todo Cuyo. Y contaban con el apoyo del gobernador cordobés Mateo Luque